¿Qué tengo que hacer para que mis finanzas personales estén en orden? Esta es una pregunta que se puede hacer tanto un joven que recién empieza a tener independencia y manejar sus finanzas, o personas que ya llevan tiempo en el mundo financiero pero que aún no logran encontrar el equilibrio por diferentes motivos.
Entonces, resulta muy importante conocer la respuesta a este interrogante para poder mejorar día a día y que las finanzas personales no sean un dolor de cabeza.
Si bien no a todos les gustan los números, existen cálculos eficaces y fáciles que ayudan a ordenar y clarificar cómo están nuestros números.
Pero antes de ver cuáles son estos simples cálculos, es necesario saber que existen cuatro pilares básicos a tener en cuenta: ingreso, gasto, ahorro e inversión. Para poder manejar de una mejor manera estos cuatro elementos, el conocimiento sobre estos es fundamental; pero no solo el conocimiento sobre lo es cada uno y lo que implica, sino cómo uno se comporta frente a estos. Hacer cuentas de gastos que uno mismo generó durante el mes, le agrega valor al conocimiento individual. Pero hay más valor en juego cuando se trata de una tarea que demanda disciplina y estabilidad, y sobre todo, tiempo.
El ahorro puede ir de la mano con la inversión, si uno así lo quiere y practica, ya que si una persona genera un hábito de ahorro, le permite generar ingresos pasivos, que son esencialmente liberadores de tiempo, y esto brinda la posibilidad de trabajar menos. El ahorro se puede utilizar para dar forma a un negocio o comprar un activo real o financiero que genere ingresos.
Si se realiza de forma correcta, lejos de terminarse, el ciclo se regenera constantemente: ahorro, luego invierto, lo genera también que más adelante la inversión vuelve a dejar ingresos que se pueden volcar en parte al consumo y en parte al ahorro, que nuevamente se invierte y así sucesivamente.
Por su parte, el ingreso, palabra importantísima dentro de las finanzas personales, es todo el dinero que entra a tus bolsillos con periodicidad. Con ellos se podrá pagar bienes, servicios o deudas. Dicho esto, pasamos al cálculo comentado en el principio de la nota.
El Ingreso Total (IT) lo vamos a dividir en dos categorías: Ingreso Activo (IA) e Ingreso Pasivo (IP), donde tus IT son iguales a la suma de tus IA y tus IP.
El IA es todo ingreso que requiera de tu presencia en el lugar de trabajo, ya sea físicamente o de manera remota. En este sentido, si no trabajás, el IA no se produce.
En cambio, el IP se da a partir de una inversión de tiempo o dinero que se realiza por adelantado. Esto puede ser el resultado de inversiones financieras, estructuras automatizadas de servicios que se venden vía web, bienes que se alquilan, etc. En este caso, a diferencia del IA, no es necesario estar presente en el momento en el que se generan dichos ingresos.
Hecha esta diferenciación, un paso importante consiste en conocer la ponderación de cada tipo de ingreso en el IT. Para ello hay que dividir IA por IT (la cuenta sería IA/IT) y luego dividir IP/IT. Así, podremos conocer con exactitud qué porcentaje del IT corresponde a cada ítem.
Sabiendo estos datos y cómo estos representan en nuestras economías, se podrán poner metas reales, tangibles, mensurables y alcanzables para mejorar los IP y que el ciclo pueda continuar sin nuestra presencia y también para poder tener más tiempo libre, y pensar o diseñar nuevas estrategias para generar aún más IP.
Otro de los cuatros pilares nombrados previamente era el gasto. En este punto es ideal dividir Gastos Totales (GT) en Gastos Fijos (GF) y Gastos Variables (GV) para saber con exactitud en qué gastas el dinero todos los meses y logres ajustar o adecuar tus finanzas para reducir los GT, de modo que podrás generar ahorros que faciliten futuras inversiones.
Si estos cálculos presentados se ejercitan y se ponen en acción en tu vida cotidiana, tus finanzas personales sin duda se verán beneficiadas y lograrás construir una economía doméstica cada vez más eficaz.