Los argentinos ya nos hemos acostumbrado a vivir con una inflación que desde el 2006 cierra cada año con un número de dos dígitos. Es decir, por factores económicos y políticos, el peso argentino se devalúa año tras año y, en consecuencia, los precios de los bienes y servicios aumentan.
Este fenómeno monetario impacta principalmente en los estratos sociales más vulnerables, ya que la canasta alimentaria y los bienes y servicios indispensables para el hogar se vuelven más costosos. A esto hay que sumarle que, generalmente, los sueldos que pagan los empleadores no aumentan tanto como la inflación, de esta manera, el salario real pierde poder adquisitivo.
Inflación mundial
Aunque la Argentina se encuentra entre los países con mayores índices inflacionarios, el 2021 nos demostró que hasta las grandes economías que parecían estables pueden llegar a lidiar con este problema.
El año pasado, el dólar norteamericano y el euro, las dos divisas más fuertes en occidente, sufrieron inflaciones récord. El dólar se devaluó alrededor de un 7% (la mayor inflación en cuatro décadas), mientras la inflación del euro fue del 5% aproximadamente. Esto es el resultado, principalmente, de políticas monetarias expansivas destinadas a inyectar liquidez en las economías luego de grandes caídas en la producción debido a las cuarentenas y a las primeras olas del covid. Tanto los Estados Unidos como la Unión Europea han decidido aumentar el gasto público para que los agentes económicos perciban más capital y lo gasten en bienes y servicios que proveen las empresas privadas, esto, según la teoría económica keynesiana, hace que la rueda económica vuelva a girar luego de un período de recesión, como el que atravesamos durante los dos primeros años de pandemia.
La otra cara de la moneda de estas políticas económicas es que al emitir tanto dinero se genera un aumento considerable de la base monetaria, que dispara los precios de los bienes y servicios, porque la moneda en exceso pierde su valor. Claro está que los Estados, al tener la capacidad de endeudarse a futuro emitiendo bonos y financiándose en el mercado internacional, han preferido lidiar con la tendencia inflacionaria -que aún no ha dado señales de desaceleramiento- con el fin de reactivar la economía.
Este es uno de los motivos que explica el aumento en los precios de los alimentos, tanto en Argentina como en el resto del mundo, pero no el único. A continuación vamos a dilucidar otras causas que contribuyen a esto.
Los precios más altos desde el 2011
El índice de precios de los alimentos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), que elabora sobre los productos más comercializados a nivel mundial, concluyó que el promedio del precio de los alimentos más consumidos globalmente es el más alto desde el 2011.
El encarecimiento del valor de los fertilizantes y de la energía implementada en la mega producción eleva los costos para los productores y repercute en el precio final de los productos. Además, durante el año pasado América del Sur, región líder en el mercado de las semillas oleaginosas, atravesó la peor sequía en 20 años. A esto hay que sumarle las inundaciones en Malasia, otro actor clave en este sector, durante el 2021. Estas cuestiones climáticas disminuyen la demanda de semillas y aumentan su valor debido a los mecanismos universales de oferta y demanda. Al escasear un producto, el valor de este se dispara. En este caso, las producciones de todos los alimentos que nacen de este tipo de semillas tienen que transferir el costo de estas al precio final de los alimentos.
Efecto colateral de la pandemia
Tras más de dos años de convivir con el Covid-19, estamos atravesando una reactivación económica donde los índices de producción y de consumo se han normalizado. Pero aún prevalecen las consecuencias económicas que han dejado las cuarentenas estrictas, donde las producciones, la mano de obra y el transporte fueron abruptamente interrumpidos. Los expertos advirtieron en ese entonces que la caída en la oferta, debido a la imposibilidad de producir, y la alta demanda conduciría indefectiblemente a un aumento en los precios de los productos alimenticios a medida que las economía fueran saliendo de las restricciones. Y así fue.
El conflicto entre Rusia y Ucrania repercute en los precios de los alimentos
Estos países, que han entrado en guerra en febrero de este año, son los responsables de un cuarto de las exportaciones mundiales de trigo, mientras que su porción del mercado mundial del aceite de girasol es aún mayor. Además, este conflicto bélico afecta a sectores claves en el comercio de la energía que impactan directamente en la producción alimenticia.
La inestabilidad en esta región geográfica, rica en recursos naturales, no hace más que generar un desequilibrio en la cadena de suministros y desconfianza por parte de los agentes económicos que contribuyen a fijar los precios de los alimentos.
Los alimentos que más se han encarecido
Según la FAO, desde la primera fase de la pandemia y el comienzo de las cuarentenas obligatorias, en marzo del 2020, los alimentos que más han aumentado de precio son los aceites vegetales (136%), el azúcar (62%), los cereales (47.7%) y los lácteos (39%).